La contención de la pandemia en el Perú es de las menos efectivas en el mundo. Lo hemos visto ampliamente en reportajes, noticias y entrevistas. Pero ¿qué podemos decir desde las ciencias sociales, principalmente desde la ciencia política? ¿el resultado era inesperado o existían síntomas preexistentes que podrían haber predicho el resultado? 

A seis meses de la pandemia y con más de 73 000 muertes asociadas al Sar-CoV-2, podemos decir que el resultado fue difícilmente evitable. Propongo que a partir del análisis de cuatro variables podemos comprender el resultado peruano.

Liderazgo político

Las condiciones exigen un liderazgo rápido y drástico. El Perú fue uno de los países que respondió acorde a estas exigencias durante el inicio de la pandemia, pues alcanzó un índice de rigurosidad de 94.74 (de una escala del 0 al 100) el 16 de marzo. Esto significa que implementó la mayoría de las recomendaciones de distanciamiento social, como cierre de escuelas, cierre de fronteras, prohibición de reuniones, entre otras. Esto sucedió junto a la mayoría de sus pares latinoamericanos. Sin embargo, la experiencia nos ha demostrado que no basta con decretar medidas de sana distancia. Un factor necesario es la forma en la que el Estado comunica las medidas.

Para agosto, el 69% de peruanos consideraba que la comunicación del Gobierno era insuficiente. Podríamos incluso decir que era mal comunicada, pues mientras que un ministro aclaraba algún tema, otro ministro le contradecía. Por su lado, los congresistas sesionaban en regiones que se ahogaban por falta de oxígeno, dando una equivocada señal de que la pandemia no era tan grave. Esta confusión llevó a que los ciudadanos nos culpemos unos a otros por qué la cifras no se reducían. El liderazgo no concierne únicamente al presidente, sino a todo el aparato Estatal, por eso podemos decir que el liderazgo ha estado lejos de ser el adecuado.

Aceptación social

Si la población acepta las medidas dictadas por el Gobierno, estas serán cumplidas. Bastante intuitivo, ¿verdad? No del todo. Los Estados autoritarios no requieren que su población acepte las medidas tomadas, porque a través del uso de la fuerza éstas son cumplidas. En casos democráticos, como el peruano, la figura es distinta. La aceptación de la sociedad pasa porque estas medidas sean tomadas como legítimas. Aunque la aprobación hacia el presidente era alta, lo cual podría ser un indicador de que las medidas del gobierno eran socialmente aceptadas, estas no parecían cumplirse. Esto debido a que existen condiciones preexistentes que no han permitido a la población respetar las medidas del gobierno. En el Perú, más del 70% de la población subsiste en la informalidad y no se podía dar el lujo de guardar cuarentena por tantos días.

Por otro lado, desde la sociología política se ha propuesto que la situación de confinamiento ha generado una especie de enfrentamiento entre el Estado y la sociedad, donde la ciudadanía desobedece porque no encuentra sentido a las medidas del gobierno tras percibir que éstas no son efectivas. Una mirada desde la economía del comportamiento propone que los sujetos se comportan bajo optimismo poco realista, pues confían en que nunca se van a contagiar.

Capacidad estatal

Un Estado capaz es aquel que puede cumplir las metas de gobierno trazadas de forma efectiva y eficiente. Para el 2019, el indicador de efectividad del gobierno muestra un valor de -0.24 (de una escala del -2.5 al 2.5) para Perú, vale decir, una capacidad estatal baja. En contextos de pandemia podemos acotar la capacidad estatal como la efectividad en testear a la población, rastrear los contagios y aislar y brindar soporte a las personas infectadas.

Sobre el testeo, existe la disyuntiva entre las pruebas rápidas y moleculares. Las pruebas rápidas, debido a su poca fiabilidad, deben ser utilizadas únicamente para sacar muestras de la población, pero no para diagnosticar. En el Perú se usan este tipo de pruebas para diagnosticar, lo cual es peligroso porque personas infectadas podrían pasar como sanas y no aislarse. En contraste, solo se usan 19 pruebas moleculares por cada mil habitantes.

Tampoco existe un rastreo de las personas infectadas que permita aislarlas y hacer seguimiento a las personas con quien tuvo contacto el infectado. Sumado a ello, el sistema de salud es endeble. La inversión en salud respecto al PBI se encuentra por debajo del promedio de países que conforman la OCDE. Además, se caracteriza por ser fragmentado y no atender a toda la población de manera universal, lo cual ha dificultado el tratamiento de personas enfermas.

Descentralización

El caso peruano es particular debido al inacabado proceso de descentralización, pues ha otorgado atribuciones políticas bastante amplias a las unidades subnacionales, pero aún mantiene una dependencia fiscal frente al Gobierno central.

Las atribuciones políticas que tienen gobiernos regionales y locales son compartidas con el Gobierno central, lo cual genera desorden en las decisiones para frenar la pandemia. Por eso, cada gobierno regional y local se limita a dictar acciones operativas que replican el modelo nacional desatendiendo las particularidades de cada zona.

Como ejemplo, existe un peligroso desfase entre los reportes estadísticos sobre contagios a nivel nacional y regional. Su efecto es peligroso tanto para la fase de testeo, como para poder hacer el seguimiento de las personas contagiadas. Además, la falta de coordinación en los sistemas de información de nivel subnacional podría generar desinformación sobre la situación de los contagios y fallecimientos.

En resumen, podemos decir que el fracaso en la contención de la pandemia se debe a factores estatales: falta de capacidad estatal para el proceso de testeo y aislamiento de las personas infectadas, una ineficaz estrategia comunicacional del gobierno y un sistema subnacional fragmentado donde las condiciones del sistema de salud son precarias. Factores sociales: condiciones estructurales que impedían cumplir el aislamiento y condiciones de ciudadanía que dificultan la legitimidad de las medidas del gobierno. Ahora que la primera ola de contagios ha terminado, que las ciencias sociales rigurosas sean tomadas en cuenta para mejorar las condiciones descritas. De ser así, si hubiese una segunda ola de contagios o crisis similar, estaríamos mejor preparados.